Un día equis sonó mi teléfono.  Era Fernando, el músico guapísimo que había conocido hace poco más de un mes. Me llamaba para hacerme una propuesta "perfecta para una mujer como tú"... "¿y cómo vendría a ser eso?" le pregunté.

Swinger: Por esa noche con Fernando seríamos pareja.  Algo de alcohol, no mucho.  Tendríamos habitaciones especiales para sexo voyeur y, si todo iba bien, grupal.  Un grupo es al menos tres, pensé... Ok, un trío, la fantasía de mi vida... "¿con otra mujer o con otro hombre, qué aceptarías?" me preguntó Fernando "No sé" respondí honestamente.

Nunca lo había hecho con una  mujer, sin embargo, no era algo descartado.  ¿Lo haría? sí, creo que sí.  ¿Con otro hombre? me da miedo, pero vaya que me gustaría. "Fernando, le dije, por qué me invitas a mí, podrías estar con una mujer más joven y bonita"... "que fome tu pregunta, no te la voy a responder. Ahora si no quieres ir, lo entiendo" respondió. "Sí, quiero ir, déjame que busco mi actitud y me la pongo para esta noche"...  Así fue que acepté ir a una fiesta swinger.

Hermanas de la vida, no sólo la ropa, sino la depilación, la ropa interior... si normalmente me tomo una hora para arreglarme ese día fueron mas de cuatro, entre ir a comprar un par de cosas que me faltaban para el outfit sensual: botas y carteras prestadas por la roommate de mi hermana, perfume y maquillaje más exagerado que lo normal... Hasta que el espejo me devolvió la imagen de maraca (o puta) que necesitaba para esa noche.

Llegamos, pedí un vodka tónic suave (para mantener la cabeza despejada) y bailamos un rato.  Demás está decir que Fernando me gusta MUCHO: talento y calentura con igual intensidad, de esos tipos que viven para tirar, pero que no es un patán.  Que te llama al día siguiente y te pregunta cómo estás.  Que tiene  ganas de tomar un café contigo luego solo por el gusto de conversar. Riquísimo Fernando, riquísimo. 

Tía, háblame del trío...

En un momento de la noche Fernando me dijo ¿vamos a los cuartos? yo le dije "necesito un segundo trago" y le pedí a la bartender que ahora me lo diera con todo (y les aseguro que no fue la única de la noche).

Entramos y había una pareja tirando.  Lo primero que me impactó fue el olor... olor a sexo, ustedes saben de lo que hablo.  Pero este olor que suele ser algo tan íntimo, que exuda de nuestro cuerpo en la privacidad de nuestra cama, o de alguna cama entre cuatro paredes, ahora era público, lo compartíamos más personas.  Fernando me preguntó si me sentía cómoda le contesté la verdad, que no.

Me tomó de la mano y me llevó a otro cuarto privado y me empezó a acariciar.  Me fui sacando las botas y el vestido de maraca y tiramos rico, normal, sin miradas ajenas, sin olores ofensivos.  Cuando acabamos Fernando me preguntó si quería volver al otro cuarto... que chucha, pensé, ya estoy aquí.  Le dije que sí.

Volvimos y había una pareja terminando de vestirse.  No quedaba nadie más o eso creí.  Fernando me abrazó y besó y empezamos en un ritmo más lento. De pronto sentí en mi espalda una mano tímida.  Fernando me había advertido que ese era el código, si yo decía no esa persona tenía que irse... me quedé en silencio.

Si algo puedo decir, sin caer en el mal gusto de la pornografía, es que fue una experiencia muy intensa, pero delicada.  Dos hombres que desde masajes en el cuerpo hasta sexo oral, me trataron con bastante respeto (dentro de los márgenes de desnudarse y tener intimidad con dos hombres, uno de ellos un perfecto desconocido) no hubo palabras, mucho menos obscenidades ni actos violentos. Logré conectarme con el momento y vivirlo, ese es mi mérito.

Una amiga me preguntó luego si tenía flashback de la situación... la verdad no, pues no fue traumático.  ¿Volvería  a hacerlo?  creo que es un tipo de vivencia interesante de explorar, creo que ya saben que no me niego a nada.

Resumen: ¿me gustó? sí, ¿volvería a hacerlo? sí.  Raya pa' la suma Fernando, raya pa' la suma, gracias por la invitación.