Excelente servicio

18.07.2019

Hay semanas donde los señores Tinder me resuelven problemas de la vida diaria.  Desde traslado a asesorías de seguros, una red de señores amables y con ganas de tirar vale su peso en gigas.

Un finde largo del otoño pasado nos fuimos con una amiga muy querida de vacaciones a las montañas chilenas.  Luego de unos días de relajo maravilloso llegó el día de regresar y yo, concentradísima en que mi amiga no perdiera su vuelo, olvidé que era feriado y que encontrar un bus ese domingo a mi ciudad sería un caos.

Me lo hizo ver en una conversación por chat un señor Tinder que había conocido hace pocos días.  Cuando finalmente logré entrar a la página web para comprar pasaje, encontré un último asiento a las seis y media de la tarde... eran las once de la mañana.

El mentado señor Tinder (le vamos a poner Rodrigo) me escribe para preguntar si logré solucionar lo de mi pasaje y ... bueno, no me quedó mas remedio que contarle que estaría irremediablemente varada seis horas y media en su cuidad.

Al bajar del bus intercomunal que me traía de la montaña a la ciudad Rodrigo me esperaba en el estacionamiento del terminal rural.  Me llevó hasta su camioneta y me dijo "vamos a almorzar a mi departamento, no tiene sentido que te quedes deambulando sola si tienes mi casa a tu disposición" Yo me alegré de corazón, era cierto que la perspectiva de seis horas de espera se me hacían complejas y la idea de un rico polvo y una ducha caliente me animaba a pesar del contratiempo.

Rodrigo me dio almuerzo, café y chocolates.  Además de, obviamente, tirar muy bien durante un par de horas para hacer hambre.  Era algunos años más joven que yo, bastante energía sexual y, aunque no era precisamente guapo, tenía muy buena conversación y buenas playlist en spotify. Tiramos dos veces casi al hilo, luego me fui a duchar mientras él preparaba el almuerzo.

Me comentó que al parecer tenía TOC, no podía simplemente olvidar que había una taza sucia en el lavadero pues se levantaba a lavarla. Yo que soy un caos, había ido por su departamento dejando todo tirado a mi paso.

Entonces me di cuenta que el departamento parecía el hogar de un cirujano: todo pulcro, olor a cloro, todo combinado y en su lugar.  Cuando salí del baño Rodrigo había guardado mi mochila, bototos de montaña y demás pertenencias en el closet del cuarto de visitas.  Me comentó que al parecer tenía TOC, no podía simplemente olvidar que había una taza sucia en el lavadero pues se levantaba a lavarla.  Yo que soy un caos, había ido por su departamento dejando todo tirado a mi paso. Al pobre se le notaba ansioso, pero terminamos el almuerzo con tranquilidad.

La tarde avanzó y me fue a dejar al terminal de buses.  Tomó mi mochila y la dejó con el auxiliar y dándome el ticket del equipaje en la mano me despidió con un rápido beso en la mejilla.

Nunca nos volvimos a ver y no recuerdo su verdadero nombre.  Fue obvio que hacíamos pésima combinación, pero el servicio excelente!! ninguna queja. Cinco estrellas a este chico Tinder.



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