A modo de recuento.

31.12.2019

En enero de este año, en medio del duelo por mi (supuestamente) definitiva separación con el marido con quién compartí 16 años de relación, una hija, un perro, un gato, viajes, vida, sueños y juventud; decidí abrir una cuenta de Tinder para exorcizar los malos pensamientos que me querían convencer de que iba a morir vieja, sola y célibe. Al cierre de este año, algunas reflexiones sobre lo que ha significado este viaje. Acá vamos.

Aprendizaje: ese es el lema de este año vivido con intensidad.

El cuerpo no se gasta señoras

Una fantasía moralina nos ronda a las mujeres: nos gastamos en la medida que practicamos la actividad sexual con muchos hombres.  Esto (quién sabe por qué) no les pasa a las mujeres monógamas, aunque tiren más que una que anda un poco al salto de lo que depara la vida. No, las mujeres "usadas" somos las que nos atrevemos a hacer lo mismo, pero con diferentes hombres.

A una le rondan estas ideas a pesar de que sea muy superada. Pero con el tiempo, y la audacia que se gana, todo mejora. Verificamos in situ que no, no nos gastamos, sino aprendemos y ese aprendizaje es base de tener cada vez más dominio de nuestro propio cuerpo.  La libertad sexual no viene de la liberación para saltar de cama en cama, sino de la capacidad de disfrutar en diversos contextos conectándose consigo misma sin alienarse.

Me atrevería a decir que, incluso, una se revitaliza, mejora el cuerpo, el estado físico y el aguante.  Con la adecuada profilaxis el sexo frecuente es saludable y bueno para el alma.

Sensación de control, base del empoderamiento personal, precondición para la transformación. De la teoría al hecho puede haber un muy agradable trecho.

Tinder aburre

La aplicación no es un espacio de encuentro que permita filtrar.  Yo la mejoraría con opciones para determinar de mejor manera los perfiles, pero eso probablemente lo haría más complejo y no es a prueba de mentiras.  Por eso, grandes dosis de paciencia son necesarias para persistir en la aplicación. Entre medio es probable encontrar gente con algunos niveles de afinidad.

Pero la expectativa debe ser baja.  Aún los que lo disimulan terminan siendo románticos trasnochados o cínicos patanes, en medio de eso, el encuentro con algún chico buena gente y sin pretensiones es un regalo.

Respecto a mi expectativa inicial ya no la tengo.  No espero encontrar  ese señor que comparta intereses y una buena conversación, con ganas de sostener una amistad basada en encuentros sexuales, vino y música.  La gran lección es que, si bien esos señores existen, no tienen ganas de permanecer en el tiempo.  Rara vez pasa del segundo encuentro.  Por ello, si quieres vivir la experiencia Tinder la paciencia es central y la disposición a filtrar desde la cantidad, una condición base.  

Se trata de disfrutar el viaje.

Al final, comprendí que no se trataba de encontrarme con alguien que me valorara por mis virtudes y me viera de verdad, atreviéndose a emprender esta apuesta con pasión y voluntad de aprender juntos. Cuesta dejar de verse en el encuentro sexual como pareja de alguien.  Este año se trata, sobre todo, de lo que yo aprendí de mi, y lo que otros me enseñaron de sí mismos, aún cuando no tuvieran voluntad de hacerlo.  Aprendí que hay hombres que no se complican con los tropiezos de la cotidianeidad, aprendí que hay hombres llenos de complejos e inseguridades buscando, muchas veces, un abrazo antes que un culo (nunca lo reconocerán, obviamente).  Aprendí a abrazar la diversidad y aceptarla como forma de complementar mi experiencia vital, aprendí que la amistad también puede surgir desde estos encuentros.  Aprendí que los mejores hombres para tener este tipo de relaciones son los que están previamente convencidos de sus ganas personales de vivir su sexualidad intensamente (mujeriegos o puteros en pocas palabras).  Aprendí a ser menos prejuiciosa, a verme con ojos más objetivos y a ser más indulgente.  Aprendí a odiarme menos y a quererme más con cada caricia, beso y abrazo, con cada uno de mis orgasmos reconciliandome con mi propio cuerpo.

Nada te salva de sufrir

Una puede ir con la mejor intensión de vivir libremente y sin ataduras emocionales una sexualidad libre y plena.  Pero no hay forma de prevenir el surgimiento de afectos, emociones y sentimientos por las personas que se cruzan por el camino, mucho menos cuando ESA persona es un chico guapo, tierno, inteligente y ñoño que a una le encanta.

En honor a la verdad Luciano (si no te acuerdas o eres nueva en mi blog: Imposible que no pasara: cuando me enganché al chico tinder.) ha sido el único con quien me ha pasado eso de tirarse a la cama a llorar por el desamor y sus contradicciones. Sin embargo, luego de eso me seco las lágrimas y continúo con la vida, porque, afortunadamente, ya no tengo 20 años y ni el tiempo ni el corazón para pasar días sufriendo por este chico que no me quiere en su vida. Igual queda en un rinconcito vital esa piedrita en el zapato que extraña y añora, que echa de menos y siente de más: es el costo de estar vivas.

Y no, no me arrepiento de ninguna de las botellas de vino, de los abrazos o de las horas de conversación con este chico.  A pesar de la tristeza (que ya va cediendo) la vida es eso, es sentir y atreverse aún cuando una sospecha que la piscina está sin agua y que el golpe va a doler, incluso en esa circunstancia vivir es el lema, vivir y aprender, vivir siempre.

Tinder puede venir con regalos

A veces Tinder te sorprende con personas que se quedan en tu vida.  Desde la amistad, la buena onda, la risa, el sexo casual, etc.

Uno de mis tesoros de Tinder es, sin dudas, Francisco.  Mi pelado de barba favorito que lee el tarot es un regalo de la vida y me alegra siempre que un "Hola bella cómo estás hoy" aparece en mi whatsapp.  Me alegra más cuando esa conversación pasa a tonos calentones y mucho más cuando se concreta en una visita a Santiago para refugiarme en su cama.

No tenemos casi nada en común, pero nos entendemos.  Y mientras sea bueno y positivo supongo que nos encontraremos alguna vez más.  No hay promesa, no hay compromiso ni obligaciones.  No hay títulos innecesarios.  Lo que sí hay es una linda amistad basada en el respeto  mutuo y el cariño.  Hoy que el año termina no se si lo volveré a ver, pero le deseo lo mejor y espero acompañar su ruta con toda la buena vibra de que soy capaz.

De paso, agradezco a todos quienes pasaron por mi vida este año y que me enseñaron algo para el camino.  Espero haber sido igual de nutritiva en sus viajes personales (aunque la mayoría de los señores Tinder reflexionan poco).

¿La historia sigue?

Hace una semana abrí una nueva cuenta Tinder, nuevita de paquete.  Vamos en 30 y algo matches con poca suerte (tengo unas historias terribles que contar, una con una mamá furiosa incluida). Aún no decido si quiero volver a acostarme con nuevos chicos, pero, más allá de eso, creo que la reflexión sobre el sexo a los cuarenta años (y los vericuetos de nuestra autoestima y proyectos de vida) es positiva desde todo ángulo.

Al final de este año sigo queriendo profundamente a mi ex marido, él a mí y ambos a nuestra hija.  Hemos aprendido a querernos lejos de la pasión y la posesividad.  Él hace su vida, yo hago la mía y nos comunicamos a la distancia con tanto cariño y complicidad como si aún fuéramos un proyecto viable.  Sin embargo, estoy clara que mi mejora en este año no se la debo a él, ni a los chicos Tinder, ni a nada más que a mí misma y mi porfía por desafiar al tiempo, las buenas costumbres y la desidia de dejarse estar y sumirse en el pantano de la autocompasión.  A cambio he recibido lecciones de vida profundas y otras que sólo han quedado en la anécdota y la risa (porque nada es tan grave).

El futuro aún parece nublado, pero luego de un año donde me desafié en lo profesional, académico y personal -y me llevé al límite de todo eso- salir airosa y fortalecida solo me dice que a los cuarenta estoy lista para empezar una nueva vida.  Una dictada por mis deseos, motivaciones y sueños.  Una vida que merezca ser vivida cada día, para aportar, enseñar y aprender.  Aunque todo ello provenga de una cachita al aire.  

Gracias por leerme este año, por sus comentarios  en privado y en la página de facebook, gracias por su retroalimentación.  Prometo retomar la veta graciosa y reírme más y mejor de mis viejos fracasos (a lo Les Luthiers) y los nuevos chascos de este viaje tan placentero en el que ustedes me acompañan. Seguimos al 2020, feliz año nuevo para todas las señoras gozadoras y libres que me siguen, las abrazo con toda mi humanidad (que es mucha).



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