¡Mira la esencia no las apariencias!

23.07.2019

Llevo 20 años siendo gordita, esto quiere decir que desde los 19 años he tenido, al menos, 10 kilos de sobrepeso.  Ser gorda por tanto tiempo es algo que de cierta forma te define: tu autoestima y autoconcepto se fundan en esa idea de no cumplir con el mandato de lo bello. La peor parte es la inmovilidad que conlleva, la eterna excusa, cuando sea flaca seré feliz.

Mira la esencia, no las apariencias...90-60-90 suman doscientos cuarenta. Cifras que no hay que tener en cuenta (El estuche, Aterciopelados)

Yo quiero ser feliz ahora.

Me encamino a paso firme a los 40 años. Una cifra que aún me parece mentira  ¿en qué momento pasó esto? aun siento que mis 21 están allí no más, a una distancia pequeña, un recuerdito de nada. 

La verdad es diferente: se me pasó la mitad de la vida.  Buena parte de ella siendo esposa, madre, hermana, hija, trabajadora, muchas cosas que quería hacer de verdad, con amor y con el corazón, pero ¿cuántas otras han ido quedando en el tintero?

Vivir el aquí y el ahora es una de mis grandes deudas.  Si pienso en cómo  y por qué, los kilos de más aparecen protagonizando esas deudas: los polvos que me perdí, el vestido que no usé, las canciones que no bailé, los hombres que no me atreví a conquistar, la enorme excusa de la vida: soy gorda, pero cuando sea flaca seré de verdad feliz.

Cuánto de esa inmovilidad, de esa dejadez, de esa frustración afectó mi matrimonio y el cómo la vida nos aplastó los planes nunca lo sabré, pero si hay algo que a mis 39 años y 11  meses tengo claro es que no lo permitiré de nuevo.

Pero nadie dijo que sería fácil.  Aún hoy, meses después de un cambio vital importante (que entre otras cosas se relaciona con Tinder y sus oportunidades) me siguen asaltando los fantasmas del autodesprecio y la desconfianza.  Se lo comentaba la otra noche a mi hermana (mi hermana es recurrente en estas historias porque es una de las personas más lucidas que conozco y además en quién más confío y como me ama siempre me sube el ánimo.  Además, no se olviden que ella tuvo la idea de la cuenta Tinder... gracias hermana). En fin, le comentaba que me pasaba que si un chico me decía "que atractiva eres" simplemente yo comenzaba a analizar el por qué me estaría mintiendo. Ideas como "ya me acosté con él ¿por qué me sigue engrupiendo?"  

Las ocasiones que los señores Tinder vuelven a escribir o a llamar (ah! en mi experiencia el 80% vuelve tarde o temprano) las dudas y desconfianza me atizan la autoestima y las ideas intrusivas, horribles y destructoras, se apoderan de mi mente: "seguro nadie más le ha dado bola"; "seguro que nunca había hecho tal o cual cosa en la cama y por eso quiere repetir"; "seguro que lo plantaron y se quiere vengar"; "seguro piensa que como soy fea le voy a permitir cosas que otras no le permiten". Suma y sigue.

Luchar contra estos pensamientos destructivos no es fácil, incluso para una mujer segura, independiente y con un coeficiente intelectual sobre la media como yo (jajajaja). Es entonces que me baño, maquillo, me pongo lencería nueva y me saco una foto bien calentona para ver con mis propios ojos a la gordita sexy que le atrae tanto a los señores Tinder.

Y es que no puedo volver a permitirlo.  Vivir aquí y ahora es el compromiso vital con la búsqueda del bienestar y la felicidad.  Requiere una dosis de esfuerzo: dieta equilibrada, tiempos exclusivos para hacer algo que a una le llene (escribir un blog, por ejemplo), elegir personas y lugares nutritivos... no dejarse llevar por la máquina que, aunque obligatoria, no puede ser omnipresente.

En estos pensamientos andaba divagando porque tengo que darme valor esta semana para un trio que un tiramigo Tinder me propuso, esta vez con otra mujer.  Interesante propuesta ¿no? ¿qué opinan?

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