Cómo pasé de ser vieja y amargada a gordita sexy

El día antes de abrir mi Tinder en la locura horrible de la desesperanza máxima, con un severo estrés y la sensación de que ser soltera nuevamente era lo peor que me podía estar pasando, llamé a mi ex y le pedí que volviéramos. Afortunadamente el se comportó maduramente (o tal vez andaba entusiasmado con una mina, qué sé yo) y me dijo que no.

Sumida en el llanto y la angustia, pensaba que estaba condenada a estar sola. No sé si les ha pasado, pero ese momento donde el espejo te devuelve solo asco de ti misma es el peor para estar gorda, sola y a punto de cumplir 40 años.

Al cabo de unas horas tuve una larga conversación con mi hermana. "No vuelvo a hablar con él" le dije, "pero me siento muy sola y triste. ¿Cómo no va a haber en el mundo un señor random que quiera pasarme una mano por el lomo de vez en cuando?" ella se rio y me dijo "hermana, para eso existe tinder".

Esa noche descargué la aplicación y encontré una foto que me había sacado después de un día donde las cosas habían funcionado relativamente bien y me veía medianamente atractiva. Una sola foto, sin descripción, sin himno, sin instragam: una sola selfie con media sonrisa y algo de maquillaje. Tres elementos de la foto: no se me ve la papada, estoy peinada (pelo liso, largo, castaño claro), lentes. Luego averiguaría lo importante de estos detalles en sucesivas citas tinder.

Me tomó unos 15 minutos entender la aplicación. Di super likes a gente que no debí por error, encontré a un conocido en los primeros 30 minutos deslizando (le di like con mentalidad facebook), encontré que habían migrantes negros (la fantasía de mi vida) y que era un error darles like. Dos horas después tenía una invitación a un motel de parte de un negro gigante (sorry la incorrección política afrodescendientes del mundo, hablamos de mi fantasía y se me cae si no le digo negro) que me insistió por horas por mi número telefónico, es más, todos los señores afrodescendientes que deslicé a la derecha me salieron match, todos me propusieron sexo de inmediato en español tarzanesco. Nunca más.

Eso fue un martes, el jueves en la mañana di match con él, lo vamos a llamar Gonzalo. La conversa inició por la música y teníamos mucho en común. Yo tenía pánico de salir del anonimato y que él se diera cuenta que en realidad yo era gorda, triste y fea. Nos conectamos por whatsapp y a cada avance de él yo me iba entusiasmando y aterrorizando al mismo tiempo. Pasamos a una conversación de alto contenido sexual (sexting) y yo - que tengo habilidad con las palabras- empecé un juego entretenidísimo donde podía jugar a ser una mujer sexy que venía de vuelta de la vida. Gonzalo, un músico unos años menor, divertido y caliente, se empezó a desesperar y a pedirme la cita real, en carne y hueso que a mí me llenaba de miedo y ansiedad. ¿Cómo iba a aparecerme ante él después de haber construido un personaje sensual y atrevido con esta pinta? Pasaron los días y el sábado en la noche me tomé unos tragos con unas amigas mientras Gonzalo me mandaba mensajes calentones durante horas. "Anda a dormir" le dije "No puedo" dijo él "te deseo demasiado" a las cuatro de la mañana tomé el teléfono y marque su número "soy gordita, por eso no quiero verte". Una chuchada después estaba yo en un uber camino a su casa.

Golpee su puerta avergonzada. Me abrió, él tampoco se parecía tanto a sus fotos, pero no me dio tiempo a pensarlo. Con una mano en mis tetas, otra en el culo y su boca besándome me di cuenta, primero, que no tenía importancia que fuera gorda, yo iba a tirar esa madrugada y otras madrugadas de mi vida; segundo, que me era extrañísimo tocar el cuerpo de un hombre que no fuera mi ex-marido, pero que podía superarlo y tener orgasmos nuevos y diferentes; tercero, desde ahora me cargan los penes sin circuncidar.

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